4. ENCUENTRO: LA ALEGRÍA DE AMAR A DIOS Y AL PRÓJIMO

Desarrollo del encuentro con los padres en versión word
4. La alegría de amar a Dios y al prójim
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A)    INTRODUCCIÓN

 

-       En este encuentro se sigue reflexionando sobre el núcleo catequético VII (“Por el bautismo nacemos a una vida nueva”) del Catecismo Jesús es el Señor (pág. 18-29) y en concreto a los temas que se ocupan de la vida propia de los cristianos en relación al Decálogo (temas 30 al 34). Se corresponde con los temas 30 al 34 de Con Jesús y en su Iglesia (pág. 32-52), Creo en Jesús 2 (pág. 41-70) y Venid y veréis (pág.63-98).

 

B)    OBJETIVOS:

 

o   Darnos cuenta de que se nos ofrecen muchos caminos para alcanzar la felicidad.

o    Hacer ver a los padres que sólo el amor da plenitud a la vida de todo ser humano.

o    Proponer los mandamientos como brújula que oriente la vida hacia la felicidad y animar a los padres a que los acojan de verdad en su vida.

o   Mostrar a los padres que la familia es el lugar privilegiado y sagrado donde se aprende y se practica el amor.

 

 

 

C)       C) DESARROLLO DEL ENCUENTRO

 

1.      ACOGIDA DE LOS PADRES.

 

-  Hay que seguir dándole mucha importancia a este momento inicial del encuentro. Por eso, el guía saludará cordialmente a los presentes y les preguntará cómo les han ido las cosas desde el último encuentro.

 

-   El guía les recuerda a los padres cuál fue el compromiso que se propuso en el encuentro anterior (comprometerse a dialogar con su hijo sobre alguno de los sacramentos vividos en la familia o colocar algún signo religioso en casa y tenerlo en cuenta) y en la última celebración (tener todos los días un momento de oración en el que se rece el Padrenuestro). Después les pregunta cómo les ha ido con esos pequeños compromisos, qué dificultades han encontrado, qué dudas les han surgido.

 

El guía resaltará los aspectos positivos que hayan surgido de la realización de los compromisos y les animará a cuidar esta labor en el hogar pues puede resultar enriquecedora de la vida familiar y de la catequesis.

 

 

 

2.      INTRODUCCIÓN DEL TEMA

 

-       El guía recuerda a los padres que por el bautismo Dios nos hizo sus hijos. Pero ¿cómo vivir en coherencia con nuestra condición de hijos suyos? El encuentro de hoy pretende ofrecernos la respuesta.

 

 

 

3.      EXPOSICIÓN TESTIMONIAL Y POSIBLE DIÁLOGO

 

- Una vez más se trata de ofrecer unas ideas para la reflexión que lleven a la interpelación personal y al compromiso sencillo y sincero.

 

a) Todos queremos ser felices

 

- En nuestra vida todos queremos recorrer un camino que nos lleve a la felicidad. ¿Quién nos indicará cómo conseguirla?

 

Cuando quiero construir una casa, después de aclararme sobre lo que quiero hacer acudo a un profesional. Y con él ajusto la manera de llevarlo a cabo, siguiendo sus consejos.

 

También cuando voy a emprender un viaje lo normal no es que empiece a conducir "sin ton ni son" sino que planee el viaje determinando el lugar al que quiero ir y la ruta que más me conviene.

 

Para alcanzar la felicidad se nos ofrecen muchos caminos y recibimos normalmente muchos consejos. Y no solo desde fuera de nosotros, también dentro de nosotros mismos sentimos inclinaciones a buscar esa felicidad de una manera o de otra. Unas ofertas son descaradas (“El viaje de tu vida”), otras son más sutiles (invitaciones al consumo como camino de felicidad). Unas nos atraen más y otras menos.

 

Supongo que todos hemos probado muchas de estas ofertas y hemos comprobado que algunas ofrecen una felicidad fugaz (nos producen ciertamente unos instantes de emociones fuertes pero luego nos dejan una sensación grande de vacío e insatisfacción). Así lo sentía un cantante famoso al declarar en una entrevista que la fama le había dado dinero y con el dinero había podido disfrutar de todos los placeres pero que no había podido comprar un amor duradero ni evitar la sensación de insatisfacción en que vivía.

 

Otras propuestas, aunque sean en un primer momento más costosas (pues requieren nuestro esfuerzo y en muchas ocasiones no van acompañadas de una gratificación inmediata), nos permiten saborear una plenitud, paz y alegría más permanentes.

 

- No sólo eso sino que muchas veces experimentamos una fuerte tensión interior. Estamos convencidos que el dinero y el tener no nos van a dar la felicidad y que "los ricos también lloran y son infelices", pero ¡ay cómo nos esforzamos por intentar ser un poco más ricos! Tenemos muy claro que no debemos depender de las alabanzas de los demás para sostener nuestra autoestima pero cuánto nos influye lo que los otros piensan y dicen de nosotros. Oímos que "no hay mayor amor que dar la vida por los que amamos" y nos sentimos sinceramente atraídos por esta entrega hasta dar la vida pero -al mismo tiempo- ¡cuánta resistencia encontramos en nosotros mismos para vivirlo de manera concreta y real!

 

b) Jesús nos invita a acoger un camino de felicidad: el amor a Dios, a los demás y a uno mismo propuesto por los diez mandamientos

 

-       Jesús en el evangelio nos ofrece un camino de felicidad que se centra en el amor a Dios y al prójimo y en su concreción en la vida a través de los diez mandamientos.

 

Veámoslo en dos textos evangélicos:

 

“Un hombre corrió a preguntarle a Jesús: ‘Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para alcanzar la vida eterna?’ Jesús le dijo: ‘Ya conoces los mandamientos: No matarás, no adulterarás, no robarás, no levantarás falso testimonio, no defraudarás, honra a tu padre y a tu madre’. El hombre le replicó: ‘Maestro todo eso lo he observado desde mi juventud’. Jesús le miró con amor y le dijo: ‘Te queda una cosa por hacer: Anda, vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo. Después toma tu cruz y sígueme’. A estas palabras aquel hombre frunció el ceño y se marchó entristecido, pues tenía muchos bienes” (Mc 10,17-22).

 

“Un maestro de la ley […] se le acercó y le preguntó: ‘¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?’ Jesús respondió: ‘El primero es: Oye, Israel, el Señor, Dios nuestro, es el único Señor, y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay mandamiento mayor que estos’” (Mc 12,28-31).

 

Pistas para dialogar sobre estos textos evangélicos:

 

o     La pregunta del hombre a Jesús: “¿Qué tengo que hacer para alcanzar la vida eterna?” podríamos hoy reformularla así: “¿Qué he de hacer para que mi vida tenga pleno valor y pleno sentido ahora y después de la muerte?” Como el hombre del evangelio –que era bueno pero se sentía insatisfecho consigo mismo-, quizá también nosotros vivimos situaciones que nos llevan a desear una vida que no sea mediocre y a preguntarnos: “¿Qué he de hacer para que mi vida tenga pleno valor y pleno sentido? ¿Puedo alcanzar una felicidad que realmente me llene?”.

 

Estas preguntas ponen de manifiesto las grandes aspiraciones que anidan en el corazón humano. Por eso no hay que ahogarlas sino más bien escucharlas. Esperan respuestas que no sean superficiales sino capaces de satisfacer los anhelos de vida y de felicidad que hay en nosotros.

 

oLa respuesta de Jesús es una invitación a vivir conforme a los mandamientos que Dios había entregado a Moisés en el Sinaí para que el pueblo elegido tuviera una brújula con la que orientarse en su caminar. Los tres primeros concretan cómo actuar para amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas. Los otros siete explicitan cómo amar al prójimo como a uno mismo en los diversos aspectos de la vida.

 

Conviene recordar estos diez mandamientos: 1) Amarás a Dios sobre todas las cosas. 2) No tomarás el Nombre de Dios en vano. 3) Santificarás las fiestas.4) Honrarás a tu padre y a tu madre. 5) No matarás.6) No cometerás actos impuros.7) No robarás.8) No dirás falso testimonio ni mentirás. 9) No consentirás pensamientos ni deseos impuros.10) No codiciarás los bienes ajenos.

 

oJesús ofrece un camino más exigente para quienes viven los mandamientos y quieren algo más: vivir el amor a Dios y a los demás al estilo suyo: “Vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres. Después toma tu cruz y sígueme”. Una invitación a renunciar a las riquezas y amar hasta dar vida y dar la vida por todos los hombres.

 

-Podemos preguntarnos si son necesarios estos mandamientos. Imaginémonos por un momento cómo funcionaría el mundo si nadie considerara que matar es malo, que es malo robar o que no se puede engañar. Ya sabemos lo que sucede en la sociedad cuando se pierde el sentido de lo que es bueno y lo que es malo ¿o no? Se hace bien difícil la vida en sociedad.

 

Por tanto, y aunque la mayoría están formulados de forma negativa, no son los diez mandamientos restricciones o prohibiciones que Dios nos impone para fastidiarnos. Son propuestas de vida, indispensables para nuestro bien, para el bien de los grupos humanos. Y lo son para todas las épocas, también para hoy.

 

Además, estos mandamientos no son ajenos a lo que nos dicta nuestro corazón (“Pondré mi ley en su interior, la escribiré en sus corazones” [Jer 31,33]) pese a que encontremos también en nuestro interior fuerzas contrarias. San Pablo lo expresa con mucha claridad: “No entiendo lo que hago; pues no practico lo que quiero, sino lo que odio eso hago […] No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero […] Me complazco en la ley de Dios según el hombre interior; pero veo otra ley en mis miembros que lucha contra la ley de mi razón y me esclaviza” (Rom 7,15.18.22-23).

 

Así lo percibimos con frecuencia:

 

o¿Quién no reconoce que a los padres hay que respetarles, agradecerles, cuidarles? Sin embargo, en la situación concreta qué difícil se nos hace muchas veces pues nos urgen otras tareas o no llegamos al acuerdo con los otros hijos (4º mandamiento).

 

oCuánto nos hiere y cómo nos rebelamos cuando nos sentimos tratados sin el debido respeto y consideración, como un papel de usar y tirar (5º, 6º, 8º y 9º mandamientos).

 

o  ¿Quién no se altera desproporcionadamente si ve que agreden su vida o la de los suyos (5º mandamiento)?

 

o¿Quién no defiende los que considera sus bienes? Y cómo le ofende al otro que mire con envidia lo que tiene (7º y 9º mandamientos)

 

o   ¿No es verdad que a nadie nos gusta que hablen mal de nosotros y que nos mientan? (5º y 8º mandamientos).

 

o   Si me sale espontáneo alabar y aplaudir al que sabe dibujar bien, o baila de manera graciosa o sabe sacar una hermosa melodía de la guitarra.... ¿cómo es posible que no me brote espontáneamente ser agradecido con Dios que ha creado los cielos y la tierra y me ha regalado la vida? (1º, 2º y 3er mandamientos).

 

-Jesucristo señaló la importancia y vigencia de los diez mandamientos y los vertebró en torno al amor a Dios sobre todas las cosas y el amor al prójimo como a uno mismo, más aún, como él nos amó. En otras palabras, el que ama a Dios y al prójimo, ha cumplido la ley, pues es la plenitud de todos los mandamientos (cf. Rom 13,8-10). Y no sólo lo afirmó con su palabra sino que lo confirmó con su vida y muerte.

 

-Puede explicarse en este momento la diapositiva de la fórmula de la felicidad: ama a Dios + ama a los hermanos = tendrás Vida.

 

oLa felicidad está en tener Vida con mayúscula. Esa Vida no se alcanza por el camino del egoísmo, ni amando únicamente a Dios, ni amando sólo a los hermanos los hombres. Se logra a través de un amor a Dios que vaya unido al amor a los hermanos. “El que no ama a su hermano al que ve, no puede amar a Dios al que no ve” (1Jn 4,20).

 

oEl signo más (+) en realidad es una cruz. En Jesús entendemos y se hace posible ese amor en sus dos vertientes: a Dios y a los hombres.

 

c) La familia, escuela del amor y de los mandamientos

 

-Si en un lugar el amor fundamenta indispensablemente todas las relaciones, ése lugar es la familia. En efecto, en la familia se dan los amores más privilegiados de la existencia humana: el amor de esposos, el de padres-hijos y el de hermanos. Son el modelo, el prototipo de nuestra vivencia del amor.

 

-La familia además es lugar donde aprendemos a amar y ser amados, a respetar a nuestros mayores, a compartir con nuestros hermanos, a mirar el amor que se tienen nuestros padres, a dar y servir por puro amor gratuito.

 

Un hogar donde no se viva este amor es un lugar donde el desarrollo de sus miembros, en especial el de los más pequeños, está mutilado porque no estará realizando su papel de ser escuela de amor. Y eso es así porque la enseñanza principal que éstos van a recibir en su vida, la más importante, el amor, no está siendo bien transmitida. Todos sabemos cómo sufren los hijos cuando ven pelearse a sus padres y más si tienen que elegir entre uno u otro.

 

- Si la familia es escuela de todas las virtudes humanas, capitaneadas por el amor, hemos de tener presente otros aspectos en los que la familia está llamada a ser maestra. Posee la gran dignidad, fundamentada en el amor, de ser transmisores de la vida en cooperación con el amor creador de Dios. Además, al ser una comunidad de creyentes bautizados, tiene una gran importancia en cuanto escuela transmisora de la fe, lugar donde aprender a orar desde la vida cotidiana, pequeña Iglesia doméstica donde aprender poco a poco  a pensar, actuar y vivir en cristiano.

 

- Los padres podéis y debéis ayudar a vuestros hijos en la formación de su conciencia, de un modo sereno y positivo. Para ello hay que insistir más en lo bueno que hacen y pueden hacer que en lo malo. También tenéis que tener clara la posibilidad de corregir vuestros errores, tomando como modelo a Jesús. La motivación para rechazar y superar el pecado y dar el paso de la reconciliación y el perdón ha de buscarse en el amor.

 

Pistas para un posible diálogo posterior con los padres:

 

-  Se puede dialogar sobre alguna experiencia concreta de cómo nos ha ayudado vivir estos diez mandamientos para una buena convivencia familiar, vecinal, social.

 

-Comentar qué resistencias y condicionamientos experimentamos a la hora de practicar los diez mandamientos:

 

o  Lo que todo el mundo hace y que provoca que si no lo haces quedes como un tonto; 

 

o    Las fuerzas interiores que me animan a desconfiar de la fuerza vivificadora de los mandamientos.

 

4.   Momento para la reflexión personal

 

-       Después de escuchar la exposición testimonial, se entrega a los padres una hoja con lo fundamental de la exposición y otro material complementario que puedan utilizar después en casa. A continuación se dejan unos momentos de silencio (pueden ser unos 5 minutos) para reflexionar personalmente sobre lo que ha dicho. Puede ayudar escuchar de fondo una música suave que favorezca la interiorización.

 

5.      COMPROMISO

 

-  Se propone a los padres un sencillo compromiso para intentar vivir en el hogar. Para este encuentro podría ser: Esforzarse por vivir mejor como familia alguno de los diez mandamientos siendo conscientes de que quien los vive “huele” bien como cristiano y hace bien con su presencia. Puede plantearse la mejora de uno de los mandamientos para un periodo de dos semanas o para un mes. Los padres han de explicar de manera sencilla a sus hijos en qué consiste ese determinado mandamiento y cómo vivirlo mejor en el día a día.

 

Por ejemplo: si se decide cuidar el octavo mandamiento los padres pueden decir a sus hijos: “Este octavo mandamiento consiste en no dar falso testimonio y en no mentir. Nos pide, por tanto, que seamos sinceros y no tratemos de engañar a los demás porque la mentira genera desconfianza entre las personas. Hemos de esforzarnos en estos días en decir la verdad en casa, en el cole, con los amigos. Aunque a veces parezca que nos va mejor mintiendo (así no nos riñen y quedamos bien); sin embargo, si saben que mentimos todo empeora (nos riñen más, desconfían de nosotros…)”.

 

6.   ORACIÓN

 

-   Puede acabarse el encuentro rezando juntos todos los padres y el guía alguna de las siguientes oraciones:

 

A)  Gracias, Jesús, por los Mandamientos que nos has dado, son el mejor camino para vivir en amor a ti y a los demás. En ellos nos enseñas a amar a Dios que nos ha dado la vida y el mundo. Nos enseñas a querer y a vivir en familia. ¡Qué alegría es tener una familia! Nos enseñas a respetar la vida de cada persona, a respetar sus bienes, a no tener envidia, a no engañar y a vivir en la verdad. Nos enseñas a ayudar al que sufre y a ser generosos, porque todo eso nos hace más alegres y felices”.

B)  “Gracias Padre porque nos has dado un camino de vida: los mandamientos. Con su luz podemos hacer obras de amor: dar de comer al hambriento, visitar al que está solo o enfermo; consolar al que sufre; acoger al que no tiene casa; perdonar las ofensas; orar por todos. Gracias porque tus mandamientos son como una lámpara en nuestro camino, que nos ayudan a encontrarte, a vivir en paz con los demás y a estar alegres. Gracias, Padre, porque así somos felices y hacemos felices a los demás”

 

 

 

MATERIAL COMPLEMENTARIO (para entregar a los padres en una hoja que pueden llevarse para leer y profundizar en casa)

Aunque sabemos de sobra que el mandamiento del amor fundamenta la experiencia cristiana, ponerlo en práctica, perseverar en él en nuestro día a día, es exigente e implica todo nuestro ser. Sin embargo, no queremos que esas palabras que a veces hemos cargado de negatividad como renuncia, sacrificio, abnegación o entrega sean el eje, sino que queremos mostrar todo lo positivo que el amor tiene. La palabra amor es la más importante de nuestra vida y es lo que nos hace ser plenamente hijos de Dios. Fundamenta no sólo el ser cristiano, sino la propia condición de ser humano. Y al ser núcleo de la persona es fuente permanente de alegría, expresión de la plenitud que este amor otorga a todo el que se deja inundar por él.

Amar es lo más importante

-Si somos hijos de Dios no podemos extrañarnos que el amor sea nuestro fundamento. En efecto, Dios es Amor, el ser mismo de Dios es Amor (1Jn 4,8.16). Él nos ha creado, nos ha propiciado una historia de salvación y sigue manteniendo su relación privilegiada con nosotros por puro amor gratuito, desinteresado. Al hacernos a su imagen y semejanza ha introducido en nuestros corazones lo esencial de Dios: el amor. De tal manera que “el hombre no puede vivir sin amor. Permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido, si no le es revelado el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y no lo hace propio, si no participa en él vivamente” (Redemptor hominis, 10).

El amor es el impulso de nuestras vidas, lo más importante, lo que da sentido a toda nuestra existencia. Podemos fracasar en un negocio, trabajo, estudios, etc., pero fracasar en el amor es lo más doloroso, lo que más desgarra el corazón del hombre. No podemos vivir sin amor, no podemos concebir una existencia humana sin la presencia del amor.

Todos tenemos alguna experiencia de amor. A veces lo confundimos con sentimentalismo, con películas románticas, con expresiones o vivencias sesgadas, incompletas, que no cumplimentan todo lo que el amor es. Nuestra sociedad, los medios de comunicación, la literatura, el cine ha hecho mucho daño a lo que el amor realmente es. Ni el amor es puro sentimiento, ni tampoco la mera ausencia de ese sentimiento implica que el amor no exista.

Si llenamos nuestra vida de amor, iremos cumpliendo la vocación a la que estamos llamados: la de ser hijos de Dios. Y si cumplimos nuestra vocación, la felicidad y la alegría reinarán en todo nuestro ser. Una persona que triunfa en el amor está plena, aunque otros asuntos de su vida no vayan tan bien y sufra por dichos asuntos, el amor da sentido a toda su existencia.

Pero la alegría del amor no es una alegría pasajera, de discoteca, de parque de atracciones, que cesa en cuanto el estímulo termina. La alegría del amor es duradera, estable, pues no es superficial y conecta con los anhelos profundos del ser humano.

Los esposos, si han recibido tanto amor por parte de Dios, han de ser los primeros promotores de que ese amor se aprenda, transmita y viva en la familia en la que ellos son el núcleo.

 

Texto bíblico complementario: La preeminencia del amor (1Cor 13,1-8.13)

“Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.

El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

El amor no pasará jamás […] En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande de todas es el amor.

 

 

 

LOS DIEZ MANDAMIENTOS: UN CAMINO CONCRETO DE AMOR

 

1º AMARÁS A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS

¿Cuánto amo a Dios?

¿Confío en Él?

¿Le pido ayuda?

¿Estoy atento a lo que me dice?

¿Intento conocerle más?

2º NO TOMARÁS EL NOMBRE DE DIOS EN VANO

Cuando nombro a Dios, ¿lo hago con cariño y sincero afecto?

Cuando estoy en una iglesia, ¿estoy con respeto e interés?

¿Me tomo en serio las promesas que hago a Dios?

¿Valoro las cosas que me hablan de Dios?

3º SANTIFICARÁS LAS FIESTAS

¿Dedico los domingos un tiempo a Jesús?

¿Celebro los domingos y las fiestas participando en la eucaristía?

Cuando voy a misa, ¿estoy atento a lo que se dice y se hace?

¿Descanso los domingos y estoy con mi familia y amigos? ¿Visito a personas enfermas y gente necesitada?

¿Me intereso por lo que se hace en las fiestas cristianas?

4º HONRARÁS A TU PADRE Y A TU MADRE

¿Me porto bien con mis padres sin contestarles mal y sin despreciarles?

¿Les obedezco?

¿Les pido perdón cuando me equivoco?

¿Ayudo de buena gana en casa?

¿Doy gracias a Dios por mi familia?

¿Respeto a los abuelos, profesores, cuidadores…?

5º NO MATARÁS

¿Hablo bien de los demás sin insultarles ni burlarme de ellos?

¿Pongo paz entre los que se pelean?

¿Quiero a los demás con afecto sincero?

¿Perdono sin guardar rencor?

¿Defiendo y respeto la vida de los demás?

¿Cuido mi salud?

¿Respeto la naturaleza esforzándome por reducir el consumo, reutilizando y reciclando?

¿Me preocupo de comer y beber saludablemente?

6º NO COMETERÁS ACTOS IMPUROS y 9º NO TENDRÁS PENSAMIENTOS Y DESEOS IMPUROS

¿Valoro y respeto mi cuerpo?

¿Estoy contento de ser chico o chica?

¿Evito ver películas o programas para mayores?

¿Soy sincero/a y transparente al actuar y al hablar?

7º NO ROBARÁS

¿Devuelvo lo que me han prestado?

¿Cuido y respeto lo que es de otra persona?

¿Comparto con los demás mis cosas, mi dinero y mi tiempo?

¿Soy generoso, especialmente con el que más lo necesita?

¿Ayudo a los que me necesitan?

¿Hago las tareas bien y a su tiempo? ¿Evito ser perezoso?

¿Doy gracias a Dios y a mis padres por lo que tengo?

¿Creo que todos somos igualmente dignos?

8º NO DIRÁS FALSO TESTIMONIO NI MENTIRÁS

¿Soy valiente para decir siempre la verdad?

¿Procuro no inventar cosas para evitar castigos?

¿Intento hablar bien de los demás?

¿Confío en los demás?

¿Sé guardar los secretos?

¿Evito propagar chismes sobre los demás?

10º NO CODICIARÁS LOS BIENES AJENOS

¿Evito ser envidioso o me entristezco cuando les salen bien las cosas a los demás?

¿Me alegro cuando le salen las cosas bien a otras personas?

¿Acepto lo que me toca vivir en cada momento?

¿Respeto y cuido las cosas que son de todos?

¿Evito ser caprichoso y no gasto más de lo debido?

¿Me preocupo de los pobres?

¿Presto generosamente mis cosas al que las necesita?

¿Soy generoso con las personas, especialmente con los que sufren?

 

 

 

BREVE CELEBRACIÓN CON PADRES-NIÑOS-CATEQUISTAS: LA ALEGRÍA DE AMAR A DIOS Y AL PRÓJIMO

(Sólo si se ve conveniente)

 

A)      INTRODUCCIÓN

 

-       Esta celebración es conjunta para padres y sus hijos, los catequistas, el guía de padres y a ser posible, el sacerdote. Si no la puede presidir el sacerdote, lo hará el guía o uno de los catequistas.

 

-       Está pensada para que dure como máximo 10 minutos. Se realizará al finalizar el encuentro de padres. Los padres habrán tenido su reunión en una sala y los niños en otra. Para la celebración se juntarán en una de las dos salas o en otro lugar apropiado.

 

Material necesario

 

-   Guión para la celebración La alegría de amar a Dios y al prójimo.

 

-      Colonia

 

-       El texto de la canción “Cristo te necesita para amar para amar”.

 

 

 

A)    DESARROLLO DE LA CELEBRACIÓN:

 

Preparación por parte de losNIÑOS (mientras los padres tienen su encuentro).

 

-       Ver en la sesión de catequesis o repasar alguno de los temas sobre los diez mandamientos (30 a 33).

 

-       Repasar con los niños cuáles son los diez mandamientos y qué nos invita a vivir cada uno de ellos.

 

-       Dedicar unos minutos a ensayar la canción “Cristo te necesita para amar”.

 

Cristo te necesita para amar

Cristo te necesita para amar, para amar; Cristo te necesita para amar (2).

No te importen las razas ni el color de la piel, ama a todos como hermanos y haz el bien (2).

Al que sufre y al triste dale amor, dale amor; al humilde y al pobre dale amor (2).

Al que vive a tu lado dale amor, dale amor; al que viene de lejos dale amor (2).

Al que habla otra lengua dale amor, dale amor; al que piensa distinto dale amor (2).

Al amigo de siempre dale amor, dale amor. Al que no te saluda dale amor (2).

Cristo te necesita para amar, para amar. Cristo te necesita para amar (2).

 

 

 

Celebración

 

1.   Después de reunirse todos (niños, padres, catequistas y guía) el guía pregunta a los niños por los diez mandamientos: cuáles son y qué nos invita a vivir cada uno. Pueden ayudarse de algunas diapositivas (si se utiliza el proyector).

 

2.   Los catequistas perfuman las manos de los niños invitándoles a vivir los diez mandamientos y a dejar buen olor a través de sus obras. Después los niños van a donde están sus padres (si no está ninguno de sus padres van con su catequista). Los niños les ofrecen sus manos para que las huelan a sus padres o catequista; estos si quieren besan las manos perfumadas de su hijo y los abrazan. Juntos los padres (o catequista) con su hijo/a hablan brevemente de cómo pueden hacer para vivir mejor los diez mandamientos. Por ejemplo: conociéndolos mejor, intentando vivir de manera especial uno de ellos cada dos semanas o cada mes…

 

3.   Oración todos juntos, ayudándose de la pantalla o de una hoja.

 

Gracias, Jesús, por los Mandamientos que nos has dado, son el mejor camino para vivir en amor a ti y a los demás. En ellos nos enseñas a amar a Dios que nos ha dado la vida y el mundo. Nos enseñas a querer y a vivir en familia. ¡Qué alegría es tener una familia! Nos enseñas a respetar la vida de cada persona, a respetar sus bienes, a no engañar y a vivir en la verdad. Nos enseñas a ayudar al que sufre y a ser generosos, porque todo eso nos hace más alegres y felices.

 

4.      Se acaba la celebración cantando todos juntos “Cristo te necesita para amar”